El encanto y la magia de Los Caños se concentran en gran medida en el área que rodea al faro y cabo de Trafalgar.
Comenzamos la ruta desde el núcleo de población de Caños de Meca , por ejemplo, delante de los apartamentos.
El trayecto no es demasiado largo, no llega a los 2 kilómetros y transcurre a lo largo de la playa de la pequeña bahía que forma el cabo de Trafalgar, una zona conocida como la curva o Marisucia.
El primer tramo que recorreremos es de arena salpicada de rocas. Dependiendo de la época del año y del flujo de mareas el suelo será más o menos arenoso.
No es un lugar aconsejable para el baño por los fondos rocosos que pueden ser peligrosos si no se conocen.
El segundo tramo comienza con la llegada a la playa de Marisucia propiamente dicha , bastante mejor para bañarse por el predominio de la arena, no tan fina como en otras zonas pero arena al fin y al cabo. Esta playa suele tener muchas algas y cuando sopla el levante recibe los desechos que el mar arroja a la orilla.
Es curioso detenerse a observarlos pues se pueden encontrar entre ellos extraños objetos o incluso peces y otros animales como tortugas varados en la playa. El mejor momento para estar en ella es con viento de poniente ya que el mar está como un plato y recuerda por su ubicación y por sus aguas trasparentes a playas tropicales. El mejor momento ( como en todo Caños de Meca ) es el atardecer, a partir de las 7 de la tarde en verano y un poco antes en invierno.
Si seguimos nuestro camino volvemos a un tramo rocoso muy frecuentado por marisqueadores y entramos ya de lleno en el cabo de Trafalgar. Si continúa por la linea de costa observará los arrecifes que se descubren con marea baja y que hacen que la zona sea poco profunda y tenga aspecto de plataforma.
En realidad, los arrecifes del faro son eso, un gran plataforma que rodea todo el cabo. Entrando en las rocas podrá observar unas curiosas formaciones circulares talladas en la piedra. Son los huecos de las piedras de molino que antiguamente se sacaban de ahí.
Continuando por la línea de costa, mejor con marea baja, se llega a las pequeñas calas de arena , que conforman un paraje de singular belleza paisajística entre las dunas del montículo del faro y el propio faro como testigo de fondo. El promontorio es una gran duna retenida por la vegetación con una zona rocosa sobre la que se asientan el faro y sus instalaciones.
Al pasar las calas subimos hasta el faro y desde allí arriba se puede gozar de una preciosa vista a la inmensidad del mar y a la gran playa que se extiende hacia Conil.
El lugar, aunque parece poco habitable por su aridez y por su cercanía al mar está cargado de historia. En la época romana , donde hoy se levanta el faro, existía un templo dedicado al dios Juno. Había incluso un altar para los sacrificios en su honor. Aún hoy, algunos submarinistas dicen haber visto el templo sumergido en las aguas del cabo. Los Árabes construyeron en el siglo IX una torre de vigilancia cuyos restos aún hoy pueden verse junto al faro.
Es la torre de Trafalgar, de planta cuadrangular reforzada por sillares, parcialmente derrumbada a mediados del siglo XIX para construir el faro con sus restos.
Pero el hecho que impregna realmente de historia al paraje es la Batalla de Trafalgar, acaecida en 1805 y que enfrentó a las tropas franco-españolas contra la inglesa en un encuentro que tuvo como resultado la victoria inglesa , la muerte de cientos de personas y el hundimiento de decenas de barcos que aún hoy, yacen bajo las aguas como restos tétricos del acontecimiento bélico. Sobrecoge mirar al horizonte e imaginar el ruido de los cañones, los gritos de los marineros y el fuerte temporal que azotó esa noche en la zona.
El faro actual data de 1860 y ha sufrido varias reformas hasta nuestros días, siendo la más importante la de 1929, con la reestructuración de su aparato óptico. Es una torre troncocónica esbelta , blanca y de 34 metros de alto.
Desde el monte se puede bajar a la enorme playa arenosa que parte del cabo y va más allá de Conil. Es peligrosa por las fuertes corrientes de la zona y el oleaje , aunque en ella se disfruta siempre de una agradable tranquilidad y de una puesta de sol única sobre el horizonte.
Cerca de Trafalgar existen diferentes bancos o bajos rocosos que se deben evitar por los peligros de embarranque que comportan, como en el caso del Banco del Hoyo, que arbola en mar gruesa, o del Banco de Trafalgar, en cuyas inmediaciones el agua incluso amarillea por acción de las arenas removidas por la corriente.
La riza de Trafalgar es un fenomeno que se da al suroeste y oeste-suroeste del cabo, cuando se producen corrientes submarinas de distintas direcciones provocadas por las mareas. Es un fenomeno que puede llegar a ser muy violento y que es uno de los más temibles del estrecho. En tales circunstancias conviene apartarse de los bancos para evitar el arrastre y los rompientes.
Fuente: Playasdetraflagar.com
A continuación os exponemos varias postales fotográficas de este bello y recomendable lugar.
Tato Cirera
Tato Cirera
Tato Cirera
Tato Cirera
Lola Maró
Lola Maró
Lola Maró
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