miércoles, 30 de marzo de 2011

Un paseo fotográfico por El Faro de Trafalgar y su entorno

EL FARO DE TRAFALGAR Y SU ENTORNO


El encanto y la magia de Los Caños se concentran en gran medida en el área que rodea al faro y cabo de Trafalgar.

Comenzamos la ruta desde el núcleo de población de Caños de Meca , por ejemplo, delante de los apartamentos.


El trayecto no es demasiado largo, no llega a los 2 kilómetros y transcurre a lo largo de la playa de la pequeña bahía que forma el cabo de Trafalgar, una zona conocida como la curva o Marisucia.

El primer tramo que recorreremos es de arena salpicada de rocas. Dependiendo de la época del año y del flujo de mareas el suelo será más o menos arenoso.

No es un lugar aconsejable para el baño por los fondos rocosos que pueden ser peligrosos si no se conocen.


El segundo tramo comienza con la llegada a la playa de Marisucia propiamente dicha , bastante mejor para bañarse por el predominio de la arena, no tan fina como en otras zonas pero arena al fin y al cabo. Esta playa suele tener muchas algas y cuando sopla el levante recibe los desechos que el mar arroja a la orilla.

Es curioso detenerse a observarlos pues se pueden encontrar entre ellos extraños objetos o incluso peces y otros animales como tortugas varados en la playa. El mejor momento para estar en ella es con viento de poniente ya que el mar está como un plato y recuerda por su ubicación y por sus aguas trasparentes a playas tropicales. El mejor momento ( como en todo Caños de Meca ) es el atardecer, a partir de las 7 de la tarde en verano y un poco antes en invierno.

Si seguimos nuestro camino volvemos a un tramo rocoso muy frecuentado por marisqueadores y entramos ya de lleno en el cabo de Trafalgar. Si continúa por la linea de costa observará los arrecifes que se descubren con marea baja y que hacen que la zona sea poco profunda y tenga aspecto de plataforma.
En realidad, los arrecifes del faro son eso, un gran plataforma que rodea todo el cabo. Entrando en las rocas podrá observar unas curiosas formaciones circulares talladas en la piedra. Son los huecos de las piedras de molino que antiguamente se sacaban de ahí.
Continuando por la línea de costa, mejor con marea baja, se llega a las pequeñas calas de arena , que conforman un paraje de singular belleza paisajística entre las dunas del montículo del faro y el propio faro como testigo de fondo. El promontorio es una gran duna retenida por la vegetación con una zona rocosa sobre la que se asientan el faro y sus instalaciones.

Al pasar las calas subimos hasta el faro y desde allí arriba se puede gozar de una preciosa vista a la inmensidad del mar y a la gran playa que se extiende hacia Conil.
El lugar, aunque parece poco habitable por su aridez y por su cercanía al mar está cargado de historia. En la época romana , donde hoy se levanta el faro, existía un templo dedicado al dios Juno. Había incluso un altar para los sacrificios en su honor. Aún hoy, algunos submarinistas dicen haber visto el templo sumergido en las aguas del cabo. Los Árabes construyeron en el siglo IX una torre de vigilancia cuyos restos aún hoy pueden verse junto al faro.


Es la torre de Trafalgar, de planta cuadrangular reforzada por sillares, parcialmente derrumbada a mediados del siglo XIX para construir el faro con sus restos.


Pero el hecho que impregna realmente de historia al paraje es la Batalla de Trafalgar, acaecida en 1805 y que enfrentó a las tropas franco-españolas contra la inglesa en un encuentro que tuvo como resultado la victoria inglesa , la muerte de cientos de personas y el hundimiento de decenas de barcos que aún hoy, yacen bajo las aguas como restos tétricos del acontecimiento bélico. Sobrecoge mirar al horizonte e imaginar el ruido de los cañones, los gritos de los marineros y el fuerte temporal que azotó esa noche en la zona.


El faro actual data de 1860 y ha sufrido varias reformas hasta nuestros días, siendo la más importante la de 1929, con la reestructuración de su aparato óptico. Es una torre troncocónica esbelta , blanca y de 34 metros de alto.


Desde el monte se puede bajar a la enorme playa arenosa que parte del cabo y va más allá de Conil. Es peligrosa por las fuertes corrientes de la zona y el oleaje , aunque en ella se disfruta siempre de una agradable tranquilidad y de una puesta de sol única sobre el horizonte.

Cerca de Trafalgar existen diferentes bancos o bajos rocosos que se deben evitar por los peligros de embarranque que comportan, como en el caso del Banco del Hoyo, que arbola en mar gruesa, o del Banco de Trafalgar, en cuyas inmediaciones el agua incluso amarillea por acción de las arenas removidas por la corriente.

La riza de Trafalgar es un fenomeno que se da al suroeste y oeste-suroeste del cabo, cuando se producen corrientes submarinas de distintas direcciones provocadas por las mareas. Es un fenomeno que puede llegar a ser muy violento y que es uno de los más temibles del estrecho. En tales circunstancias conviene apartarse de los bancos para evitar el arrastre y los rompientes.
Fuente: Playasdetraflagar.com

A continuación os exponemos varias postales fotográficas de este bello y recomendable lugar.

                                                      Tato Cirera



                                               Tato Cirera

                                           Tato Cirera



                                                                            Tato Cirera

                                                                 



                                              Lola Maró



                                          Lola Maró
                                                                              
                                          Lola Maró
                                                                        
                                                                            

martes, 22 de marzo de 2011

Premio de fotografía, El Agua

Ayer día 21 en la sala Arteadiario de Diario de Jerez, tuvo lugar la entrega de  premios del I Concurso Fotografico Tema El Agua, organizado por el Consorcio de Aguas de la Zona Gaditana.

A continuación os exponemos las fotografias con las que hemos participado, y algunos momentos del acto.

Colección ganadora 1º premio dotado con 1.500 euros. Autor, Tato Cirera
Titulo: Gocce d Acqua







Fotografía premiada con 150 euros. Autor, Lola Maró




Fotografía premiada con 150 euros titulada, Agua dulce vida. Autor, Lola Maró


Colección seleccionada y expuesta, titulada Agua vida, de Manu Ruhe










Manu Ruhe junto a su colección


Nuestro compañero fotoperiodista, Esteban Perez Abión ganador de dos premios













                                     

lunes, 7 de marzo de 2011

Enmarcando la realidad, fotografías de Vicente Greus

Tuvimos la oportunidad de conocerlo dias pasados en Gandia, un gran tipo, un fotógrafo que contagia la ilusión fotografíca, tiene muchas cosas que decir Vicente y no es de extrañar viniendo de la tierra que viene, que gran cantera de buenos fotografos hay en el Levante.

Le pedimos que nos enviase una muestra de su trabajo, dicho y hecho.

Y Vicente nos cuenta lo siguiente:

A modo de presentación:



Cuarenta y pocos años. De ahí mi visión melancólica e intimista. Valenciano. De ahí mi fascinación por la luz y el barroco. Diseñador gráfico. De ahí mi interés casi obsesivo por el encuadre y la composición.


Tras una larga búsqueda de un camino donde expresarme, es a través del medio fotográfico donde encuentro mi lugar, aplicando en la edición de mis trabajos -quizás de manera inconsciente- todos los conocimientos y técnicas adquiridas a lo largo del tiempo.


Mi obra está marcada por un tratamiento con texturas y el formato cuadrado, recreando un universo texturizado de ventanas negras, ventanas cuadradas. Ventanas que enmarcan mi realidad, mi visión, en definitiva, mi mundo.

Gracias Vicente por hacernos complice de tu visión.

Cia

Fiel felino

Hipermar

Normandía

Espacio Luz aljibe

Intrusa

Tras el éxtasis

El fin del verano

                                                    Casi sin recuerdos 

martes, 1 de marzo de 2011

Un paseo fotográfico, Cazalla de la Sierra - Cerro del Hierro

Sin lugar a dudas un bello paseo fotográfico por la Vía Verde de la Sierra Norte de Sevilla, recorriendo el antiguo trazado del tren minero que llevaba el mineral de hierro hasta el Puerto de Sevilla.
38 kilómetros en total que no os van a defraudar.

Iniciamos nuestro paseo desde la zona conocida como Los Prados, junto al entronque con la línea activa de Renfe. Para llegar a este punto se puede comenzar en la estación de Renfe de Cazalla-Constantina, desde la que tenemos varias opciones. La primera: dejamos las vías y tomamos el viejo camino de San Nicolás del Puerto (hoy es la carretera local SE-168, con escaso tráfico) y a la altura del área recreativa de Isla Margarita cruzamos la Rivera de Huéznar y salimos al Corredor Verde. La segunda opción es discurrir unos cientos de metros por la carretera A-455 (Constantina-Cazalla) hasta cruzar el puente sobre la Rivera de Huéznar y enseguida, a nuestra izquierda, tomamos el inicio del Corredor Verde.

El Corredor Verde tiene un recorrido de unos 4.5 km. y a lo largo de él tendremos un frondoso bosque de galería a un lado y dehesas de encinar y pastizales al otro. Al final de su recorrido atravesaremos de nuevo la Rivera de Huéznar por un vado practicable y nos encontraremos ya con la Vía Verde, a la que accedemos tras cruzar bajo el primer tramo del ferrocarril minero en la zona que hemos denominado Los Prados.

Otro posible acceso es la circular de la SE-168. Si se opta por continuar por la carretera que se dirige a San Nicolás del Puerto, la referencia para encontrarnos con la Vía Verde es el primer paso a nivel, tras el de la estación de Cazalla, entre la vía activa del ferrocarril y la carretera.

La aventura continúa desde ahora sobre la vía minera. Los primeros metros prosiguen junto al cauce de la Rivera del Huéznar, compañero de viaje en parte del camino. De esta forma se atraviesa un fresco paraje: el Parque Natural Sierra Norte de Sevilla.

Un poco más adelante se cruza la carretera de San Nicolás del Puerto. Las nuevas obras de acondicionamiento han provisto estos cruces a nivel de un toque ferroviario: traviesas en el firme que además de hacernos reducir la velocidad evocarán el paso de los trenes por este lugar. Alcornoques, encinas y matorrales de jara flanquean este primer tramo hasta que se llega en el km. 5.5 a un segundo paso a nivel con la misma carretera.

Superado éste encontramos uno de los dos puentes de la antigua vía que han sido reconstruidos para permitir salvar la rivera, uno de los parajes más idílicos de este camino.El viajero prosigue su camino de ascenso por la vía sobre el valle del Huéznar. La pendiente se incrementa, existiendo rampas del 2.5% mantenidas en tramos de más de 2 km, ligeras para cualquier caminante, pero durísimas para las sufridas locomotoras de vapor de antaño. La subida tiene su recompensa: desde la parte más alta del valle se disfruta de una espléndida perspectiva de los parajes que envuelven el curso del Huéznar.

La vía abandona la compañía de la rivera en el túnel de Los Molinos, en el km. 10. Este túnel (114 m. no iluminado aunque sin problemas de visibilidad) da paso a una zona de paisajes más suaves, de serenas dehesas y praderas que van acercando al viajero hacia el pueblo de San Nicolás del Puerto. El edificio de la estación, situado en el km 11 de nuestro camino, marca la entrada al pueblo. Es una ocasión propicia para desviarse hacia éste. En este desvío podremos visitar y disfrutar del área recreativa, espacio junto a la que se sitúa el nacimiento de la Rivera de Huéznar y el segundo posible acceso a la vía verde.

El resto del itinerario se desarrolla por un suave paisaje de bosque mediterráneo adehesado de unos cinco deliciosos kilómetros.

Restos de los montacargas, escombreras y otras instalaciones fabriles nos anuncian el inicio del coto minero del Cerro del Hierro (km. 15.5), al que se accede por la zona del antiguo poblado minero, hoy barriada de San Nicolás, donde todavía residen algunos de los mineros que trabajaron en la explotación minera.

Al poco de entrar en esta zona, a la derecha se ve la capilla-escuela del barrio, de claro sabor británico. Y es que una compañía escocesa, la William Braird Mining and Co. Ltd., de Glasgow, fue quien explotó desde la postrimerías del siglo XIX este yacimiento. Ingenieros y directivos residían en también junto a la explotación minera, prueba de ellos son los restos de varias residencias también de marcado estilo inglés colonial que se conocen en el lugar como “Las Casas de los Ingleses”.

No obstante, la perla paisajística de esta vía está al final del recorrido, tercer posible acceso a la vía: las calizas del Cerro del Hierro, que se levantan majestuosas dando como resultado un singular paisaje de caprichosas formaciones rocosas con aristas y bordes angulosos, generando un espacio casi mágico que hace más de 550 millones de años se correspondía con un extenso mar.

El entorno gana un cierto dramatismo por los restos abandonados de la actividad minera, con sus cargaderos, ferrocarriles, rampas, escombreras... que aportan el sabor de arqueología industrial y enriquecen las oportunidades de diversión, aventura y conocimiento del medio natural que ofrece la Vía Verde de la Sierra Norte de Sevilla.

Fuente: Fundación de Ferrocarriles Españoles