La larga y rica trayectoria de Ouka Leele desemboca en el presente con esta exposición de fotografías inéditas que celebra la madurez artística alcanzada tras cincuenta años de vida y tres décadas de trabajo.
La inquietud artística de Barbara Allende Gil de Biedma (nombre real de OukaLeele) se manifestó muy pronto. Pasó su infancia entre Madrid y San Rafael, donde el bosque la impresionó profundamente, y quizá para siempre. Creció rodeada de fuertes estímulos estéticos que no tardaron en despertar una sensibilidad artística temprana, natural y considerablemente intensa. Cuenta la propia Ouka Leele que muy pronto supo que quería ser aprendiz de la naturaleza, como lo fueron los pintores que descubrió en El Prado, otra fuente de estímulos que será determinante en el desarrollo de su imaginario personal. La artista llega a referirse a este museo como “templo de mis emociones”.
Una grave enfermedad en la adolescencia la enfrenta de manera crucial con la muerte. La superación de esta circunstancia genera en su espíritu un intenso amor por la vida que se sigue intuyendo hoy en su obra, pero que alcanza una expresión palmaria en estos versos de juventud: “Qué bonito es / que se me llenen los pulmones de aire / que se me clave la luz en los ojos / que se me meta el olor de las flores hasta las venas / que me lata el corazón de emoción / que se me ponga roja la cara / por un sentimiento”.
Madrid, en los años 80, está en plena movida y es normal que un espíritu creativo como el de Ouka Leele –por aquel entonces Ouka Lele, con una sola “e”- se integre con pasión en el ambiente artístico. Generará así una pletórica actividad que la impulsará a extender su ámbito de actuación hacia el extranjero y hacia otras disciplinas artísticas como el dibujo, la serigrafía, la pintura y la literatura.
Se instalará poco después en París, pasará largas temporadas en Mallorca, será madre en 1990, triunfará en Arco y se convertirá en Ouka Leele –con una “e” más-.
En la última década, que podría considerarse la de su consagración definitiva, ha recibido los galardones más importantes de su carrera: en 2004, el Premio de Cultura de la Comunidad de Madrid y en 2005, el Premio Nacional de Fotografía.
Las fotografías de Ouka Leele hoy son consideradas “iconos de su tiempo”, como señala Rafael Gordon, comisario de “Ouka Leele. Inédita”. Esto no resulta extraño a la luz de la fuerte integración entre vida, emociones y expresión estética que siempre ha marcado el trabajo de la fotógrafa. “En una sociedad degradada por la vulgaridad del arte por y para la masa –añade Gordon-, invocar la sensibilidad estética de la persona se hace acuciante. La sensibilidad civilizadora de Bárbara Allende y Gil de Biedma lleva más de tres décadas intentando asociar el arte a la reflexión, realizando un arte de ideas para alcanzar la plenitud del significado de hacer arte".
OUKA LEELE INÉDITA
Al tratarse de una exposición antológica, “Ouka Leele. Inédita” permite y sugiere diferentes lecturas, diferentes accesos a una misma realidad: el imaginario poético-visual de Ouka Leele. La presencia de obras realizadas en distintos momentos de su carrera hace posible que apreciemos la progresiva consolidación de su lenguaje, y la percepción del conjunto de las obras pretende transmitir la idea de “una comedia humana en 67 fotografías”, en palabras del comisario de la exposición, quien también explica que estamos ante un “viaje interior, hondo y pleno de dolorido sentir”.
Retratos, autorretratos y escenas que son verdaderos poemas visuales integran una exposición ecléctica y cargada de referencias a mundos externos (civilizaciones antiguas, mitologías diversas, literatura) e internos (familia, amigos, sueños…).
Los retratos en Ouka Leele son presentados como tentativas de redefinición del sujeto humano, de lo que somos al fin y al cabo. Los poemas visuales muestran algunas veces “asociaciones fortuitas y fulgurantes”, como dice Rafael Gordon, y otras veces presentan realidades más aprehensibles desde la lógica y desde la sugerencia, no menos poética, emitida por el título. Los autorretratos, completamente ajenos al narcisismo, son aquí, con frecuencia, un ejercicio de búsqueda y tanteo de los contornos de la identidad y a la vez un ejercicio de presencia efectiva, en la medida en que la artista, en palabras del comisario de la exposición, se niega a “eludir su presencia entre nosotros, los espectadores, y los seres inmortalizados en su obra, evitando así aislar un mundo recreado por y para la autenticidad”.
“Ouka Leele. Inédita” es la oportunidad de entrar en contacto, más ampliamente que nunca, con un lenguaje, una sensibilidad y un discurso poético que ha nacido del contacto con la experiencia de la vida –incluido ese “dolorido sentir”- y ha crecido con el tiempo, con nuestro tiempo, hasta hoy. Es quizá por eso por lo que Rafael Gordon presenta la exposición como “un acontecimiento único”.
“El Principito, un sueño que viene a mis brazos, el niño y la sabiduría observados por un aviador simpático (…) ¡Es que me divierto tanto!”
Ouka Leele
Fuente: Fundación Provincial de Cultura, Diputación de Cádiz
Hasta el próximo 5 de marzo podeis admirar esta magnifica exposición, en el incomparable Palacio de Diputación de Cádiz.
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